Siempre aceptamos que en las pruebas de larga distancia se impongan los atletas del Cuerno de África (Etiopía, Kenia, Eritrea y Somalia) y también que, supuestamente, tengan una especial genética que les hace muy resistentes.
Nuestra reseñada -Ayaan Hirsi Ali- podría ser una de ellas: alta, fibrosa, bronceada, tenaz. Nació en Mogadiscio (capital de Somalia) hace 55 años, en una familia notable de la tribu Daro. Fue la hija de un antropólogo (casado con cuatro mujeres) y con seis hermanastros. Su padre se enfrentó a un dictador local y tuvieron que exiliarse a Arabia Saudí (pasó todo un año en la Meca) después a Etiopía y Kenia.
A los cinco años su abuela le practicó la ablación de clítoris, una práctica bárbara que sigue siendo usual en muchos países (En España hay 3.600 niñas con riesgo de mutilación genital, según Save the Children). Ayaan tuvo un período escolar muy religioso, con burka y muy próxima a los Hermanos Musulmanes, dispuesta incluso hasta a inmolarse. En 1992, su padre le concertó un matrimonio con un inculto primo lejano del Canadá. La idea no le gustó, y al llegar a Dusseldorf decidió desviarse a Holanda y solicitar asilo político. Fue una etapa decisiva en su larga carrera hacia la libertad personal. Con algún truco, fue acogida y, tras desempeñar múltiples trabajos, consiguió doctorarse en Leiden en Ciencias Políticas. Ya como traductora del Servicio inmigratorio, hizo como la mayoría de los politólogos, fichar por un partido, de centro izquierda en su caso. Ahí, Ayaan dio un “tirón” en su carrera personal, proclamando su ateísmo y reclamando una reforma del Islam desde auditorios públicos, debates, tertulias de TV y también con un libro.
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Empezó a recibir amenazas de muerte sin arredrarse por ello. En 2004, junto con el bisnieto-sobrino del pintor Van Gogh, guionizó el film “Sumisión”, centrado en cuatro mujeres musulmanas. El film provocó una gran polémica por su enfoque radicalmente crítico con la religión.Las amenazas subieron de tono y Van Gogh -muy holandés- las desestimó. Circulando en su bicicleta, y sin cambiar apenas sus rutinas, Vam Gogh fue tiroteado, apuñalado y degollado en plena calle por un joven holandés-marroquí, quien clavó sobre su cuerpo una carta “explicativa”. Ayaan sí se tomó en serio las amenazas previas y de la carta. Se ocultó y empezó a gozar de protección policial. Todo ello le llevó a radicalizar más su postura, fichando por el partido liberal holandés y consiguiendo ser su diputada. Sin embargo, sus contrarios hurgaron en detalles de su petición de asilo y la forzaron a dimitir, una descalificación surgida de su antiguo partido.
Hemos visto que la pacífica y aperturista Holanda -la de los cafés con drogas (coffee shops ) y prostitutas con escaparates desde 1911- se ha ido deteriorando en su convivencia ciudadana por varios factores que tienen que ver con la falta de integración del inmigrante, pues la idea “woke” no la propicia y sí el vivir en “ghettos”. Ello, junto con el aumento delictivo, llevó al primer ministro Rutte a renunciar a sus paseos en bicicleta y a la heredera de la Corona holandesa, Amalia (21 años). a refugiarse en Madrid por las amenazas de la “Mocro-mafia” una temible organización criminal.
Ayaan seguía corriendo veloz con su radical ateísmo y la crítica revisionista de los textos islámicos, en especial en lo referente a la mujer. Ayaan explicó que la lectura del libro de Bertrand Russell “Por qué no soy cristiano” la reforzó en su opción atea y los atentados del 11 de Setiembre,consolidaron sus manifestaciones en pos de un reformismo islámico.
Fue galardonada con dos premios muy en su línea de intereses: con el Simone de Beauvoir de 2008, por su lucha por la libertad femenina, y con el Richard Dawkins de 2008 (de la Alianza atea internacional) por su librepensamiento ateo. Todo ello, llevó a Ayaan a traspasar el charco, retomando energías y a instalarse en USA, donde sus amplios espacios de tolerancia, le permitirían “correr” con plena libertad asegurándole la protección policial. En 2005 la influyente revista “TIME” la había considerado una de las 100 personalidades del año. Profesora en Harvard, está reconocida como una de las más preclaras reformistas religiosas. Los acontecimientos de profunda agitación bélica-religiosa del Medio Oriente y África la han llevado al cristianismo, porque considera que de esta doctrina deriva la Ilustración y de ésta el Estado liberal que aún impera beneficamente en el Mundo Occidental.
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Mientras que muchos cristianos, e incluso judíos, ceden al influjo islámico, ella es una fondista de gran aliento intelectual, que conoce en sus propias carnes las costumbres muy negativas para la mujer del Tercer Mundo: la mezcla de tradición y de religión mal aplicada. Ello la lleva, en esta carrera divulgativa de los peligros del laxismo cultural, a un nuevo compromiso muy personal: se casa con el prestigioso historiador económico escocés Niall Ferguson, de Harvard, y tiene con él, un hijo Thomas que a sus cinco años la colma de optimismo y esperanza.
Sin embargo sigue con guardaespaldas a sus 55 años, porque las amenazas son serias y su valioso testimonio vital deberá ampliarse con nuevos libros y reflexiones sobre el reformismo islámico, sobre el que ahora mantiene de nuevo alguna esperanza.
Ayaan Hirsi Ali no es Iman, la cotizada modelo somalí viuda de David Bowie, pero ellas son dos atractivas y carismáticas figuras públicas, ambas nacidas en países que el reaparecido Trump consideró “países de mierda”. Es una dura carrera la de ellas dos, venciendo muchos obstáculos, como las fondistas de su país natal. III