Jordi Sala Porta, empresario y emprendedor afincado en Sant Boi y con una fuerte inquietud social, nació hace 75 años en una rectoría, en Pallerols de Rialp (Lérida), siendo el cuarto de los cinco hijos de un agricultor y ganadero de este valle de la Noguera de no más de 200 habitantes de pequeños enclaves
Rialb o Rialp da nombre a la editorial del Opus Dei, porque su fundador Escrivá de Balaguer, en 1937, pernoctó en la susodicha rectoría, junto a fugitivos de la Guerra Civil, rumbo a Andorra. Cuentan que tuvo dudas de continuar, y que una visión mariana y el hallazgo de una rosa, le animaron a seguir. Hoy el Opus posee el edificio reformado en recuerdo de su fundador, y se inician desde allí excursiones por etapas del itinerario de Escrivá. El lugar tiene registros del siglo XI y la familia Sala tiene documentos del Siglo XVII que prueban su arraigo al lugar. Nuestro reseñado hizo estudios primarios y secundarios en la zona y en Fraga. Ha hecho estudios aplicativos y posee un título de EADA en comercio exterior. Está casado, tiene dos hijas universitarias y dos nietos.
Durante años, el servicio militar fue una pausa forzada, que a muchos jóvenes les sirvió como una apertura para iniciar contactos y sumar conocimientos prácticos. ¿Fue así en tu caso?
Suele decirse eso. En mi caso fue rebeldía. Estuve en Huesca con los cazadores de Montaña, un cuerpo especial. Allí tuve topetazos disciplinarios, pero salí bien librado. Al acabar empecé a trabajar en restauración y hostelería donde mi familia tenía experiencia. Mi padre, un buen cazador, conocía a M. Guix, que también lo era, y que poseía el Bar River y yo me trasladé a Sant Boi en 1970 como camarero.
¿El Sant Boi de los setenta en hostelería y bares tenía un buen nivel de servicios?
No eran muchos, pero sí existían bodegas, fondas y tascas, los bares propiamente dichos eran pocos.
En está época, el pueblo de Sant Boi dejo de ser una villa agraria y ya como ciudad empezó a crecer desmesuradamente, con industrias y talleres. Recibió muchos inmigrantes del sur, en especial extremeños, también andaluces. Pero el vaciado de la Cataluña interior hacia las grandes ciudades fue diluido por el aluvión humano que llegó en poco tiempo. El caso de Jordi Sala, es el caso de una familia leridana de montaña, que sin el mayorazgo propio del hereu se ve forzada al traslado y adoptar oficios y ocupaciones artesanas. Las ciudades prosperan con sus iniciativas: ello está en el “ADN catalán”.
El Bar RIver arrastraba una cierta mala fama, ¿cómo mejoraste la situación?
Al comprarlo, le dediqué todo mi tiempo, dado que vivía a 5 metros del local de alquiler. Logré remontarlo y convertirlo en un lugar con clientela fiel y buen ambiente. Tuve empleados ocasionales y después la que fue mi esposa colaboró conmigo. Estuve 11 años con el bar hasta que a los 32 años lo vendí. Influyó la perdida de rentabilidad (había ya muchos bares) y un atraco violento que frustré. Poco después me casé.
Dado que sigues residiendo en Sant Boi, y has sido un “barista” muchos años, ¿cómo te explicas el fenómeno de los “bares chinos” hoy en clara mayoría en Sant Boi y en otras ciudades?
El Gobierno chino creo que alienta la emigración con alicientes. Después existe la que podríamos considerar “solidaridad familiar o de clan” que facilita que llegue el personal y dinero necesario para una actividad tan obligada como la hostelería, sin límites horarios o laborales. Lo que nadie niega es que trabajan mucho y que en ocasiones residen en el mismo bar. Así se pueden conseguir los 2.000 euros/mes. Suelen funcionar en redes y en principio valoran dedicarse preferentemente al comercio minorista: floristerías, tiendas, peluquerías, masajes, almacenes tipo bazar… También en el Parc Agrari han comprado tierras, para suministrar productos a sus restaurantes. Son muy comunitarios.
Parece ser que montaste la primera pizzería de Sant Boi ¿Fue una buena idea?
La pizza es un matahambres italiano universalizado que yo introduje en Sant Boi con gran éxito. Un panadero vecino me explicó como trabajar “la masa madre” y logré producir la pizza napolitana, más gruesa, con el primer horno eléctrico italiano de la ciudad. Fuimos sede del club FC Sant Boi. Tras la pizzería, estuve dos años como comercial de tarjetas de crédito del Corte Inglés.
Jordi Sala Porta, un buen comercial contactó pronto con un sector en alza, el de las Estructuras metálicas con la empresa Copperfield de Estados Unidos (EEUU).
¿Era novedad el nuevo producto al que te dedicaste?
Eran estos mecanos (unos andamiajes estructurados de sección variable) metálicos que vemos en fachadas y obras. Muy estables, y que facilitaban también las estructuras interiores y la terminación de las obras, los almacenajes y la logística. Tenía yo unas condiciones y comisiones que consideraba abusivas y decidí emprender por mi cuenta, tras aprender los entresijos del tema. Mi primera iniciativa fue en Sant Feliu con un conjunto de tres naves industriales de 500 m2. en una feliz operación triangular.
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¿Qué dificultades hallaste?
Me hice con el asunto rápido. Tengamos en cuenta que la construcción de naves industriales esta muy hiper-especializada y segmentada, con ejecuciones rápidas. Unos equipos hacen tabiques, otros techos… Todo legal y con el proyecto dirigido por un ingeniero superior y el correspondiente seguro. He hecho cientos de naves en la comarca del Baix Llobregat y Anoia.
Naves industriales -llaves en mano- se nos anuncian en ocasiones. ¿Qué se da a entender?
Una nave industrial es una caja, un mecano a la que puedes dotar de todos los servicios y acometidas, placas fotovoltaicas,etc. y entregarla para su uso inmediato. Aunque con menos riesgos, son preferibles las naves industriales por encargo.
Hay polígonos industriales con naves de los años 60 ¿Qué hacer con ellas?
Hay proyectos públicos para renovar instalaciones obsoletas pero sin grandes resultados. Hay que tener en cuenta que cuando se producen las crisis las zonas industriales se paralizan y bajan los alquileres -me refiero a la primera y segunda corona metropolitana- y la actividad decae. De ahí pueden quedar rémoras que arrastren problemas antiguos. Un alquiler de nave industrial puede oscilar de 3000 euros/mes a 1500 euros/mes en un periodo crítico. Hoy las naves se fraccionan para el uso de Pyymes con escaso personal y son más de servicios que de fabricados. Yo mismo en Sant Feliu cerca de TV3 alquilé mi nave a la productora Endemol, la de Operación Triunfo, de 600 m2 en dos plantas. Es una muestra de las nuevas actividades.
¿Te desviaste en tus años de promotor de naves industriales de esta actividad principal?
Surgió un asunto relacionable, por mi experiencia en estructuras metálicas, que fue el desmontaje y despiece de dos grandes depósitos de gas del Hospital de Bellvitge. Fue una tarea difícil que resultó bien y fue muy rentable. Con todo, en el 2000 hice mi última nave en Piera. Cerré la consultoría con cuatro empleados. Y otra etapa comenzó.
Tus inquietudes sociales te llevaron a diversas y nuevas áreas ¿Por qué?
Vine a Sant Boi en 1970 de un pueblo de montaña y me encontré a una ciudad muy crecida en habitantes pero con muchas deficiencias básicas. Con los años relativizas, pero un buen día te proponen, “airear” y revolver armarios de la casa consistorial de los 46 años seguidos de dominio socialista. Te informas, te gusta la idea y así surge Gent de Sant Boi en 2015, que consigue dos ediles a la izquierda de la izquierda con la intención de romper un ciclo continuista. Pero los de ERC no colaboran.
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Vivo cerca de dos Mercados de Abastos: el antiguo derribado, con un parking deficitario, y el nuevo de la Muntanyeta, con varias modificaciones al alza del presupuesto inicial, muchas paradas fantasma sin uso y con dos súpers que colonizan su actividad comercial. Es un ejemplo. Otros, el Ateneo ruinoso y el cuartel del mal llamado distrito Z. Mi idea es privatizar los parkings y construir más vivienda de alquiler. En cuanto al Parc Agrari, veo positivo la entrada del Grupo Ametller y el ampliar las explotaciones. Los huertos municipales son un caro fracaso.
También soy miembro colaborador de la sección CAT del Club de Roma, de SOM ENERGIA y creador de un sistema de “Resiliencia urbana” de movilidad ciudadana, patentado y premiado en la EXPO Dubai 2023 por la ONU-hábitat.
Una síntesis, a ser posible, sobre tu sistema de movilidad colectiva...
El asunto puede parecer complejo (en once años han participado diez ingenieros). Son cuatro fases. En 1ª fase: pensemos en el ciudadano “X” que circula menos de 4000 km/año y que como conductor ocasional se dirige a una estación de gestión cooperativa SUMOSU con electrolineras de recarga colectiva y ultrarrápida; donde puede recoger un auto eléctrico (recargado con renovables) y con trámite mínimo. Se le imputará su uso al abono mensual. Al volver, deberá entregar el coche al punto partida. Allí el coche será revisado e higienizado. Habrá flotas de coches en alquiler y estaciones de taxis que colaborarán en el despliegue del sistema que ahorrará zonas de aparcamiento, energía y contaminación . Con colaboración público-privada y la coexistencia con el transporte público regulado, al que potencia.
Ciudades como Rotterdam y Paris han intentado aplicar sistemas de movilidad sin resultados hasta ahora. El futuro del coche eléctrico va ligado a lo que los concesionarios de coches reconocen ya: el alquiler por uso, no la propiedad.
Jordi Sala Porta (Urban Resilence SL para ampliar más información) se autodefine como empresario y visionario. III
“Hoy por hoy, es preferible atraer inversión industrial” |
¿Crees que Sant Boi hace bien apostando por la logística en sus zonas industriales? No descubro nada diciendo que la logística aporta poco valor añadido y escaso empleo. Es muy discutible el orientarse a ello. En España sólo el 4% de las mercancías va por FC, y puede que el estar a menos de 100 km del puerto y el aeropuerto sea ventajoso, y eso también nos vale para el proyectado “Corredor Mediterráneo”. Aunque hoy por hoy aún es preferible atraer actividad industrial. |