Por si no había suficiente con la contienda entre Rusia y Ucrania, el conflicto entre Israel y los terroristas de Hamas en Gaza o el intercambio de golpes de Estados Unidos y los hutíes en el mar Rojo (por no hablar del inminente rearme europeo para disuadir a Putin de una hipotética invasión del Viejo Continente), en el Baix Llobregat se nos abre un nuevo frente bélico, aunque en este caso los efectivos no portan armas y en lugar de lucir el verde caqui militar de los ejércitos, cosechan el verde amarillento de las alcachofas.
Y es que los agricultores del Parc Agrari del Delta del Llobregat están inmersos en su particular guerra civil, porque deben tomar una decisiva y maniquea elección entre el corazón y la cabeza (o el bolsillo): seguir cultivando alcachofas de la variedad blanca de Tudela (la que ha dado fama y renombre a la denominación Prat) y la variante prefabricada Green Queen, mucho más rentable y productiva, pero de menor calidad. Por ahora, se está llevando el gato al agua la tropa con nombre anglosajón, que gana por un apabullante 85% a 15% a las huestes vegetales navarras.
La tradición no da de comer, es cierto, y las etiquetas tampoco mucho. Así que los payeses del Parc Agrari están en su perfecto derecho a decidir qué variante de alcachofa siembran en sus campos. Y lo normal es que prevalezcan la calculadora y la cuenta de resultados y que la variedad Green Queen se imponga definitivamente en el Delta, reduciendo a la blanca de Tudela a su mínima expresión o incluso rubricando su extinción del territorio, lo que sería no solo una lástima sino un agravio a todos aquellos consumidores acostumbrados a la excepcionalidad de la –gastronómicamente– irremplazable alcachofa originaria de Navarra, la alcachofa Prat de toda la vida.
Viendo cómo la variante de laboratorio ya acapara el triple de extensión que la tudelana y cómo el fenómeno es expansivo y va en aumento, bueno sería que la administración o administraciones pertinentes (o el propio Consorcio del Parc Agrari) tomaran cartas en el asunto para salvaguardar, aunque solo fuera de forma testimonial, que la alcachofa blanca de Tudela no desaparezca de los cultivos deltaicos.
Una opción para preservar la genuina alcachofa Prat sería establecer una Indicación Geográfica Protegida (IGP) –similar a la que regula los pollos y capones ‘pota blava’–, a la que podría denominarse ‘del Delta’, y delimitar una guisa de reserva india de blanca de Tudela (de unas dimensiones lo suficientemente generosas como para garantizar una cosecha en condiciones) tutelada desde algún ente público (expropiando si fuera menester) para no perjudicar los intereses individuales del sector. Porque sería comprensible que ningún payés optara por inmolarse de forma altruista y voluntaria, renunciando a la productividad de la Green Queen a cambio de una IGP menos rentable, solo porque la selecta variante histórica no se pierda.
Esta hipotética IGP Delta sería compatible con la denominación ‘Alcachofa Prat’ (solo para variedad Green Queen), que ahora mismo es la que tiene mejor escaparate –en tanto que marca conocida y afianzada– y que seguiría siendo un producto de proximidad, de prestigio metropolitano y con un mercado fiel. De esta forma el comprador estaría perfectamente informado de la variedad de alcachofa que está adquiriendo, ya que ahora se consideran ‘del Prat’ tanto las delicatessen de Tudela como las menos notables reinas verdes.
Es parecido –pero a la inversa– de lo que propone Mariano Martínez, portavoz de la Asociación de Gastronomía y Turismo del Baix Llobregat (AGTBAIX), en estas páginas: “La alcachofa Prat debe ser la de Tudela, la auténtica. Y deberemos encontrar otro concepto para la Green Queen. Se trata de garantizar al consumidor la máxima claridad”.
Cualquiera de estas dos fórmulas –bien desarrolladas- constituiría una óptima y pragmática manera de dejar las cosas meridianamente claras en materia de alcachofas del Delta para que nadie se lleve a engaño. Amén de la picaresca de que se pueda llamar sin rubor “Prat” a cualquier alcachofa envasada en el municipio, aunque haya sido cultivada en cualquier remota parte.
Hasta el momento, da la sensación de que la dirección del Parc Agrari se lava las manos y lo fía todo a la decisión de los agricultores. No obstante, el ente estaría dispuesta a defender una IGP propia si el sector lo solicitara. Los que han degustado las dos variantes de alcachofa al unísono (como, por ejemplo, en la última cata organizada para la prensa con motivo de la presentación en Can Comas del certamen gastronómico AgroFest) sostienen que no hay punto de comparación entre las tudelanas y las Green Queen. Ni punto de comparación. Por sabor, por textura e incluso por apariencia, forma y color. Las blancas son las auténticas alcachofas Prat. Como decía Lope de Vega sobre el amor: quien las probó, lo sabe. III