“No em diguis senyor Formiguera”
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Fallece el fotógrafo y escritor Pere Formiguera. Dedicado al retrato de carácter documental, fue uno de los artistas españoles que han conseguido exponer en el MoMA de Nueva York. Como escritor alumbró textos sencillos, de lectura agradable, que transmitían optimismo y vitalidad. Su última obra publicada es la novela de ambientación circense Hop!.
En esta ocasión voy a contarles una historia personal. Desde hace un par de años trabajo en Editorial Base. Mi amor por la literatura viene de mucho antes, desde niño, así que cuando me ofrecieron la posibilidad de leer novelas inéditas para valorarlas y aconsejar o desaconsejar su publicación, sentí que daba un paso adelante hacia el horizonte que me había trazado. Hop! de Pere Formiguera será siempre una novela especial para mí porque fue el primer manuscrito que me encargaron analizar y la primera obra que se publicó bajo mi recomendación. Hoy, que al llegar a la oficina me han llamado por teléfono para comunicarme la muerte de Pere (“no em diguis senyor Formiguera, eh!”), me parecía apropiado escribir sobre este fotógrafo que esporádicamente se vestía de novelista.
Nos habíamos saludado en la editorial el día en que había acudido a firmar el contrato de publicación, pero no fue hasta algunas semanas después cuando comenzamos a tener un trato más directo. Pere Formiguera apareció una mañana con su panza prominente, una camisa de cuadros poco discreta, la barba desarreglada y la sonrisa que aderezaba su aspecto de excéntrico entrañable. Dudaba sobre cómo se tomaría un fotógrafo de prestigio, que había expuesto en el MoMA de Nueva York, y que llevaba dos novelas a sus espaldas que alguien mucho más joven (y, por lo tanto, con menos experiencia) le propusiese algunas correcciones a su texto. Sinceramente, es de aquellas mañanas en las que uno llega al trabajo pensando que le va a tocar ganarse el sueldo.
Pero lejos de escuchar con el mentón apuntando hacia el cielo y gesto descreído, Pere Formiguera atendió tomando nota de las sugerencias que le hacía y de los errores que había detectado y razonó conmigo la manera más adecuada de corregirlos. Lo que con algún otro autor podía haber sido una farragosa batalla de egos, nos llevó apenas un cuarto de hora o veinte minutos, mucho menos de lo que pasamos hablando sobre los recuerdos de infancia que había volcado en Hop! y la añoranza de aquel tiempo con escenarios de cartón piedra, efectos especiales de dos duros y un público con la voluntad de creerse la historia si era bonita. Me habló de cómo le emocionaba de niño ir a la carpa a ver a las fieras, de cuánto lo divertían las payasadas de Tortell Poltrona…
Decidí aquella mañana que en mi cabeza tenía que representarlo como a un buen hombre, que, por cierto, en estos tiempos de cierta confusión, parece apropiado recordar que es de las mejores cosas que se puede ser.
De su humildad, bonhomía y optimismo pueden leerse ecos en Hop!. La novela nos traslada a un universo de historias pintorescas, humildes y entrañables que retratan la vida dejando siempre un sabor agridulce. Los personajes que capítulo tras capítulo nos narran sus andanzas, son ancianos, artistas de circo jubilados que desde el asilo recuerdan el tiempo en que sus miembros, ahora artríticos y vestidos de una piel arrugada, gozaban del vigor necesario para hacer acrobacias o domar camellos.
La del enano que puso todo su empeño en ser mago pese a que lo habitual es que lo hubiesen empleado como payaso, la de la muchachita a la que al llegar a la pubertad comienza a crecerle una frondosa barba que la obliga a dejar el instituto y cambiar de pueblo o la del pastor de La Pobla de Lillet a la que le dejan en herencia una docena de camellos son historias que terminan en fracaso. Sin embargo, hay en la voz de sus personajes finas hebras de nostalgia que confieren a la narración la dulzura necesaria para que sea más digerible. Aquel amor no fue para siempre, intentamos ascender aquella cima pero un horrible temporal lo impidió y tuvimos que dar media vuelta… Entonces juzgamos que fue un fracaso. Pero más tarde podremos paladear la parte de éxito, los instantes en que todavía no nos habían derrotado y vivíamos una experiencia magnífica. A ese ejercicio parece invitarnos Formiguera con el fruto postrero de su trabajo narrativo.
Antes, como fotógrafo, había colaborado con el grupo Alabem, la revista Nueva Lente, la Fundación Joan Miró, el consejo asesor del Museu Nacional d’Art de Catalunya y había expuesto sus instantáneas en marcos tan relevantes del panorama internacional como el Museum of Modern Art de Nueva York, el Museum of Art de San Francisco, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona o el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid. Ha fallecido a los 61 años.
Postdata
Alfa Leonis se impone en el segundo SLHAM. El bar Oncle Jack fue de nuevo el escenario del encuentro poético más intenso de L’Hospitalet de Llobregat.
Hasta una docena de artistas del verso se subieron al escenario para defender sus poemas ante el público que abarrotaba el local. El vencedor del primer encuentro, Dante Alarido, y Esteve Bosch de Jaureguízar participaron en una final que encumbró a Alfa Leonis como triunfadora de la velada gracias a unos textos con gran capacidad de sugerencia y un evidente esfuerzo literario.
Quimera estrena consejo de redacción. Con el escritor barcelonés Fernando Clemot a la cabeza, el recién formado equipo de redacción de la prestigiosa revista de literatura inauguró la nueva etapa el pasado 10 de mayo en la librería Alibri.
El poeta Juan Vico es jefe de redacción y el consejo lo integran Álex Chico, Ginés S. Cutillas, Jordi Gol e Iván Humanes. El primer número impulsado por el grupo de trabajo dirigido por Clemot es una excelente panorámica sobre el relato en la literatura española actual.
El Prat en verso. El Prat en versos i colors es el título que recibe una preciosa iniciativa editorial de Rúbrica. Se trata de una antología de poemas catalanes que comparten la población del Baix Llobregat como tema o escenario. Entre los textos destacan los de Jacint Verdaguer y el vanguardista J. V. Foix. El proyecto se completa con las ilustraciones de una veintena de alumnos de la Escola d’Arts del Prat. La asociación de escritores Tintablava es la impulsora de la obra y continúa así con su meritorio trabajo de promoción de la literatura pratense. ||