Ambos fueron capaces de acabar con la hegemonía del Pujolismo con una alternativa de gobierno de izquierdas, el famoso tripartito entre PSC-ICV-ERC. Él cogió el relevo de Maragall y prefirió en su momento reeditar la coalición a la sociovergencia de la que tanto se hablaba. Fue entonces cuando le tocó bailar con la más fea. La crisis, que a tantos gobernantes ha desbancado de un plumazo; a Montilla entre ellos pese a su indiscutible trayectoria política.
Ex concejal en Sant Joan Despí, ex alcalde de Cornellà de Llobregat, ex presidente del Consell Comarcal, ex presidente de la Diputación, ex president de la Generalitat, ex ministro de Industria.
De todos estos cargos que ha ostentado usted, ¿de cuál se siente más orgulloso?
Orgulloso de todos, pero para un político catalán no hay nada más importante que ser presidente de su país. Desde el punto de vista más personal, sinceramente, el trabajo más agradecido creo que es el de un alcalde. Lo fue en mi caso, que estuve 19 años en Cornellà. Entre otras cosas porque permite una relación más directa, a pie de calle, con los ciudadanos. Eso comporta problemas y en momentos de crisis todavía más, pero a la vez es sumamente gratificante ver que las acciones que se planifican y se ejecutan desde el gobierno municipal se traducen en servicios y en bienestar para la ciudadanía, que es fácilmente identificable, en muchos casos, con nombre y apellidos.
Junto a L’Hospitalet, en la comarca vive una séptima parte de Cataluña. ¿De qué proyecto u obra nos tenemos que sentir orgullosos de su etapa como president de Cataluña?
El mandato 2006-2010 en el que fui presidente fue una legislatura que empezó en un momento en el que todavía había crecimiento económico, en la que tuvimos la tasa de paro más baja de la historia de Cataluña. Fue entonces cuando llegó la crisis sistémica en la que todavía estamos. En ese marco, me siento especialmente satisfecho de haberme preocupado por las personas. Haberme preocupado de que el país disponga de infraestructuras, de equipamientos, para hacer el país más competitivo. En mi legislatura se inaugura el aeropuerto de Barcelona-El Prat, llega el AVE a Barcelona, se hacen las desalinizadoras para evitar las situaciones que provocaron las sequías, se inauguraron estaciones de Metro, hospitales, etcétera. En definitiva, fue una legislatura en la que nos preocupamos que hubieran más médicos, más profesores, más Mossos. Prestamos especial atención también a las personas con la ley de la infancia y las personas con dependencia. Por tanto, hay una parte de la obra de gobierno que ahí está: los hospitales, las escuelas, los juzgados, incluso, las prisiones. Y otra que se ha visto más afectada, obviamente con posterioridad por los recortes, en parte, fruto de la crisis y, en parte, fruto de las otras orientaciones que le ha dado el gobierno a la política catalana.
Pese a esta obra de gobierno, como dice, hasta que llegó la crisis, ¿cómo se siente cuando le señalan como responsable de la mayor debacle electoral de la historia del PSC?
No, la mayor no. Porque yo perdí las elecciones con 28 escaños y fue cuando no cogí el acta de diputado y planteé avanzar el congreso y dejar la dirección del partido. Con posterioridad, los resultados han sido peores. Es obvio que no fueron buenos, pero hay que recordar que estábamos en un ciclo electoral en el que todos los gobiernos perdían las elecciones. Todos. Las perdió Cameron, Papandreu, Socrates, Sarkozy con posterioridad, Berlusconi está en la oposición; también Zapatero las perdió, y podría seguir a nivel local. A los que les tocó gobernar y afrontar la crisis económica pagamos esa factura, perdiendo las elecciones, pese algunas excepciones.
Aquel tripartito no es bien recordado. ¿Se hubieran evitado muchos problemas con otros socios de gobierno en lugar de ICV y ERC?
Yo no creo eso de que no es bien recordado. Ya veremos lo que dice la historia. Otros vinieron que buenos te hicieron. La prueba es que el gobierno actual tiene una valoración inferior a la que tuvo el mío en la etapa final. El recuerdo está asociado a la crisis, es verdad. Pero la crisis no la elegimos nosotros, no somos los responsables de la caída de Lehmann Brothers, ni de la crisis del sistema financiero internacional. Yo creo que en perspectiva las cosas no están vistas así, a pesar del esfuerzo de propaganda del gobierno actual. Entre otras cosas, decían que habíamos dejado mucha deuda, pero es que ellos en tres años han acumulado mucha más de la que nosotros acumulamos en cuatro, esto a pesar de recortar y subir impuestos. Y estoy hablando de cifras que se pueden comprobar en la web de la Generalitat.
Se habló en su momento de la sociovergencia que, por ejemplo, en el Área Metropolitana de Barcelona la practican. ¿Sería hoy en día posible?
En su momento, lo que demostró el gobierno de Maragall y el mío fue que era posible la alternancia después de 23 años de pujolismo. Y la alternancia es fundamental en democracia. Una alternancia que se hizo sobre la base de un gobierno alternativo. CiU había gobernado en las últimas etapas de Pujol básicamente con el apoyo del PP, hay que recordarlo también. De la sociovergencia se ha hablado en muchas ocasiones con el argumento de que eran las dos grandes opciones y tenían cosas en común. Es obvio que los partidos centrales tengan cosas en común, tienen seguramente menos discrepancias que con los que están en los extremos. Pero a la vez eran partidos que competían entre sí, no se complementaban, eran alternativos, y seguramente por eso no se dio la sociovergencia a nivel de Cataluña. Otra cosa es que se haya dado en determinados municipios. A nivel municipal hay pactos totalmente asimétricos.
¿Considera que el independentista catalán para solucionar un problema está creando otro mayor?
Hay un problema evidente en la relación Cataluña-España, que es histórica y que especialmente se agravó a partir de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Pero no solo la sentencia, porque hay que recordar que el único partido que fue con posiciones claramente independentistas a las elecciones del año 2010 fue ERC y perdió más de la mitad de los diputados: se quedó en 10. Es un proceso que viene de aquel momento pero que crece después sobre la base, por un lado, de la crisis económica –hay sectores a los que se les ha vendido que la independencia solucionara todos los problemas: de empleo, de recortes, de impuestos; una situación idílica-; y, por otro lado, fruto de una mayoría absoluta del Partido Popular no dispuesta a negociar nada con el gobierno de Cataluña. Se está provocando una bipolarización de la sociedad catalana que sin ningún tipo de género de dudas comporta división y fractura interna cada vez más evidente aunque muchos lo quieran negar. El nacionalismo siempre quiere tratar de representarlo todo y, por tanto, negar la división. Mucho me temo que, desgraciadamente, irá a más a no ser que haya diálogo y negociación, cosa que no veo a corto plazo. Seguramente, ni tiene mucho interés el gobierno del señor Mas de hablar de algo que no sea la independencia –porque mientras se hable de la independencia no se habla de lo que hace su gobierno, que realmente no sé lo que hace, es bastante desconocido, y están gestionando 30.000 millones de euros-; y supongo que también le va bien al gobierno popular porque mientras se hable de confrontación con el independentismo no se habla de sus recortes ni de sus políticas absolutamente regresivas en el plano social y nacional.
¿Cree usted en el federalismo asimétrico?
Los que queremos una convivencia mejorada entre Cataluña y España, que supere los problemas que hay de relación existentes en estos momentos, es decir, los que queremos vivir juntos pero mejor; pensamos que el federalismo asimétrico puede ser la solución. Una solución no exenta de problemas, pero es la mejor solución sin ningún género de dudas y la más posible. Hay quien plantea que el federalismo es muy difícil, que no llegará, que será difícil de negociar. Pues sí, será difícil pero más difícil por no decir imposible será la independencia. Yo creo que la salida pasa por una reforma constitucional a fondo y avanzar hacia un estado de carácter más federal donde haya un encaje singular de Cataluña en la constitución, instrumentalizado a través de una disposición adicional, por ejemplo.
Históricamente, el PSC se ha sentido muy cómodo con el Estado Autonómico actual. ¿Le ha cogido a contrapié este proceso soberanista y ahora que defiende el federalismo no le cree nadie?
Bueno nadie no. Nuestras propuestas tienen el apoyo que tienen y en tal caso ya veremos a medio plazo las que salen adelante. Cuando se vea que llega el día 9-N y no hay consulta –que no la habrá-, pues, ya se verá que hay opciones que son más pragmáticas, más posibilistas y que, por lo menos generan menos confrontación en la sociedad catalana.
Evidentemente, el problema que tiene la propuesta de modificación constitucional es que está formada en un momento en que el PP tiene mayoría absoluta, pero la mayoría absoluta no va a durar mucho tiempo, al menos eso dicen todas las encuestas, todas, incluidas las del propio Partido Popular.
La crisis del PSC con Pere Navarro al frente, parece importante, con la dimisión de nueve miembros del PSC en Girona…
Yo la verdad que de las cosas internas del partido no me cuido. Yo no estoy en la dirección del partido desde hace años y, por tanto, es responsabilidad de las personas que actualmente están en la ejecutiva. Yo renuncié a tener presencia en los órganos de dirección; pero es obvio que hay una situación difícil y complicada en el partido, fruto y reflejo de la propia sociedad catalana. En el PSC siempre hemos dicho que el PSC es lo que más se parece a la sociedad catalana. Si en la sociedad catalana hay división y tensión es obvio que la haya en el PSC. Mal representaríamos a la sociedad catalana si esta división y bipolarización no se reflejara, en parte, en el PSC. Es una etapa que confío que pueda superarse, pero hay que reconocer que es una situación preocuparte. Al menos a mí me preocupa.
También ha dimitido el alcalde de Sant Boi, Jaume Bosch. ¿Qué siente cuando veía que participaba de manera tan activa en los actos del Tricentenario?
No creo que tenga relación una cosa y otra. Por lo que yo sé, el alcalde de Sant Boi lo que ha decidido ha sido que no quiere seguir como candidato, algo que ya había avanzado de alguna manera. Y, bueno, en actos del tricentenario he participado yo también y no soy independentista. No tiene que ver una cosa con otra.
Bueno, pero él ha anunciado, también, que facilitará el censo para la consulta.
Estoy convencido que no hará una cosa que es manifiestamente ilegal: ni Bosch ni ninguna persona sensata, al margen de los sentimientos que se pueda tener desde el punto de vista nacional.
Llega el 25 de mayo, ¿Una ventaja del PSC frente al PP en Cataluña puede determinar el cambio, abrir el paso al socialismo en el futuro?
Así ha sido siempre. El PP nunca ha pasado por delante del PSC en las elecciones, ni en las generales que es donde el PP obtenía siempre sus mejores resultados.
Y en contra. ¿Un mal resultado puede tener consecuencias en el partido, con Pere Navarro que está cerrando filas en el PSC?
De las derrotas y las victorias se extraen consecuencias. Han de servir para ver aquello que has hecho bien, donde te has equivocado, qué tienes que corregir. Pere Navarro que yo sepa no se presenta.