No puede ser ya
miércoles 23 de julio de 2014, 13:48h
Al mediodía en un restaurante sanboyano, frecuentado por bancarios y empresarios, se discute el tema del día: la ruina súbita de la modélica GOWEX a poco de salir a Bolsa. Los comentarios son condenatorios y de sorpresa.
Alguien afirma que la contabilidad “creativa” (engañar) es fácil. Se reconoce, un excesivo trucaje contable, se dan nombres de empresas públicas y cooperativas, cuya trayectoria errática se prolonga años, hasta que un día quiebran, se dan más nombres, respecto la crisis de las Cajas. En su muerte han participado políticos profesionales, corruptos e ignorantes.
Desánimo general, aún admitiendo la necesidad de Reforma urgente, se recuerda que si las reformas no funcionan: vienen los motines, las revoluciones. Silencio, que llegan los postres. Siempre hay ahora, gente con dos carreras, un cuarentón, economista/biólogo, espeta la frase reciente de Ramón Folch, eminente ecólogo y sociólogo: “Los economistas han de hacer bien las cuentas y diseñar estrategias financieras congruentes. Recuperar el rigor contable, considerando todas las partidas contables, sin hacer trampas al solitario…”. Hay protestas -¡Buhs y Bahs…!-, pero la duda sobre si seguir con los malos hábitos, esta sembrada entre los comensales de precarios empleos y empresarios sin crédito e impagados.
Llegan los cafés y la conclusión unánime es de una radicalidad revolucionaria por su simpleza: Hay que hacer bien las cuentas y cuando los números fallen, evidenciarlo al autor del engaño. Denunciarlo, publicitarlo no importando el montante del engaño, en las redes, en la prensa, en -Registro, Fiscalía, Hacienda-, todo nos valdrá para mejorar las pésimas contabilidades actuales. Los comensales más reconfortados por su pronto consenso en acotar “el mal contable”, piden la cuenta, alguien descubre que le cobran un pan que no ha pedido, otro un postre “fantasma”… enfadados exigen al dueño la hoja de reclamaciones, éste farfulla excusas. Se van todos, fuera un camión nuevo de CORESSA, se salta un paso cebra. Gritos en su contra. Estos estilos no pueden ser ya.