De excursión a Les Angles, un destino privilegiado
martes 03 de marzo de 2015, 16:45h
El Sur de Francia es una exquisitez a nivel gastronómico, por sus quesos, y paisajístico por sus montañas nevadas. Gracias a Sud de France Développement pudimos disfrutar de un soleado día de esquí intenso con más compañeros de prensa y otros pequeños marcianitos, profesionales del deporte, con los que daba pavor cruzarse por el camino por miedo a ser atropellado o bien titubear y dar pasos extraños que acaben en bonitas caídas “para recordar”.
Lo más increíble es ver a esos niños con sus esquís a toda pastilla bajando pistas negras como si de un paseo por la playa se tratase. Los “súper peques” como los llamo yo, van sin presión, libres de tensión, y sin palos, material primordial de sujeción para mí porque si no iría haciendo todo el rato la croqueta. Yo los admiro aunque a la vez sufro por ellos.
Es indudable y evidente que el turismo francés y catalán en estas pistas arrasa en épocas de invierno. Concretamente, la región de Languedoc-Rosellón acoge 770.000 estancias, lo que equivale al 7% de los alojamientos de la clientela francesa en la zona durante la temporada, en teoría, más “fría” aunque hacía un calor de mil demonios. Y es que, aunque hayan más franceses y muchos monitores de origen francés, los españoles dejamos huella tanto por nuestra forma de lucirnos en las pistas como por el desembolso que hace nuestro bolsillo.
Hablando de economía, esquiar, para los que no lo sepan, es un lujo en toda regla. Pijitos suelen ser los que se permiten los caprichos del forfait de temporada completo, un piso amueblado con numerosas habitaciones por si vienen amigos, las comidas, el alquiler de material, entre otras variables que te permiten montar un súper “fin de semana de nieve”. Según la empresa, los españoles se gastan más en alojamiento, ocio, transporte y restauración.
Por otro lado, lo que más me gusta es que los dueños se cuiden de sus perritos y se los lleven a la nieve. Ellos sí que disfrutan como locos arrastrándose por el hielo y sonríen airosamente mientras piensan que bocado le pegaré a ese filete que se está haciendo a la barbacoa. La comida nos apasiona a todos, por lo que comimos en Le Chalet, un restaurante de madera que parecía estar ambientado en navidad aunque pasen dos meses de la época. Eso sí, los platos muy buenos, pero recomiendo que si vas sepas francés… porque el personal no entiende “nada” de español, ni catalán, y no me dio por hablar inglés.