A DEBAT
X , esa red social antes conocida como Twitter, ha saltado a la palestra del debate internacional estas últimas semanas por la fuga (indefinida, apostillan) de tuiteros descontentos con las peripecias, la ideología y las malas compañías de su propietario, Elon Musk.Tras esa indignada pataleta de batalla cultural subyace algo más profundo: de un lado, el choque entre la censura y la libertad de expresión; y del otro, la rampante derechización de la globalidad, porque los perfiles que se han dado de baja –al menos de forma simbólica, pues pocas cuentas se han autofiniquitado de forma irreversible– han sido los más izquierdistas.